lunes, 6 de mayo de 2013

Consecuencias... y a esto ellos le llaman tragedia {Capitulo 1}


Capítulo 1.

Mi nombre es Kim Jonghyun, esta primavera cumpliré 23 años. Y aunque no me guste, he trabajado durante este último año en una compañía que presta dinero. Lo bueno es que no estoy en el departamento de cobranza, estoy más bien, en el departamento de análisis. Sí, yo me encargo de revisar las investigaciones de los nuevos empresarios que piden un préstamo y autorizarlos o no. Lo sé, es interesante pero, roba mucho tiempo de mi vida. Trabajo desde que apenas salga el sol, hasta que no lo vuelvo a ver. Suelo ir a muchas juntas, cenas y fiestas con gente que no conozco, yo sé que solo me invitan para ganarse mi confianza y les apruebe su pedido.

No sé si soy bueno o estúpido, pero siempre hago lo que la gente me diga, en especial mi jefe, el mejor amigo de mi padre. Al jubilarse, los dos me pidieron me hiciera cargo de su puesto ya que no había otra persona en la que pudieran confiar. Y desde ese momento he estado atrapado ahí. Cada día, sin poder ir a casa temprano o tener un día libre.

Mi sueño era ser músico, componer miles de canciones y cantarlas sin ninguna preocupación. Pero no podía decirle que no a mi padre, él había hecho muchos sacrificios por mí, siempre me lo había dicho. Así que ser cantante quedo como eso, un sueño.

Este año, me volverán presidente de la compañía. ¿Por qué? Sencillo, mi jefe no tiene hijos varones. Obviamente estoy comprometido con su única hija. Sí, es uno de esos matrimonios arreglados. El mundo de los negocios, es un asco.  Nunca experimente esa sensación de descubrir el verdadero amor. Me obligue a amar, a querer y a adorar a una persona que no conocía.

La primera vez que supe que mi futura esposa seria la hija del mejor amigo y jefe de mi padre, fue cuando iba en la preparatoria. Nunca la vi, ella estudiaba en el extranjero, supuestamente sería la encargada de la compañía, pero mi historial académico hizo cambiar de opinión a su padre.

Cuando me gradué de la universidad, todos estaban orgullosos de mí. “Primer lugar de toda la facultad”, “No hay duda que eres el chico más inteligente de país”, “Estoy seguro que tu futuro será brillante”. Escuche ese tipo de comentarios durante toda la fiesta que mis padres habían organizado. Todos los invitados eran distinguidos ejecutivos y empresarios, con las que tendría que tratar una vez llegara a la empresa. Eso nadie me lo dijo.

Esa noche fue la primera vez que la vi, llego del brazo de su padre. Era bajita y delgada. Vestía de una forma provocativa pero sin dejar de ser elegante. Todos la miraban y ella simplemente sonreía. Mi madre tomo mi brazo y me pidió que la acompañara, caminamos a donde se encontraba mi padre con los señores Lee y su hija. Cuando llegamos el jefe de mi padre me saludo con un abrazo y felicitándome por mi graduación, yo le agradecí al momento en que termino. Los cuatro en ese momento sonrieron y mi padre no dudo en remarcar que fui el mejor y esas cosas. Extrañamente comenzó una plática de cómo estaban orgullosos y el futuro que tendría. Yo sentía la mirada de ella así que no dude en presentarme.

-Buenas noches, soy Kim JongHyun- le dije con una reverencia.

-Lo sé- correspondió la reverencia- Lee MinHwa… Tu futura esposa…

De alguna manera no me sorprendió, pero ella quizás, esperaba alguna reacción algo dramática de mi parte. Le ofrecí una bebida y ella acepto. Llame a uno de los chicos que servían esa noche y tome dos copas de vino de la bandeja que llevaba. Le di una a ella y me lo agradeció. El resto de la noche fue así, ninguna charla personal, solo nos limitábamos a escuchar todo lo que decían nuestros padres, a sonreírles y a dar una pequeña opinión sobre el asunto. Y después de ese día no la volví a ver.

Comencé a trabajar en la empresa el mismo año de mi graduación. El señor Lee contantemente me explicaba cómo debía manejar las cosas y aunque yo notara algunas fallas en la organización no me dejaba realizar cambios a su estructura de trabajo. Era agotador, todos los días juntas, desayunos, comidas y cenas en restaurantes con gente desconocida pero importante. Oh vamos, la vida social de los negocios. Ahora entiendo porque en mi niñez y adolescencia era imposible ver a mi padre en casa.

Un viernes por la noche, me quede tarde en la oficina, típico. Era el único en ese edificio, no me asustaba, estaba acostumbrado. Mientras revisaba algunas cosas escuche a alguien tocar la puerta de mi oficina.

-Adelante- dije en voz alta, sin moverme de mi lugar, pero nadie entro. Volví a indicar que podían pasar y al no ver movimiento alguno me dirigí a la puerta. Sinceramente me asuste por un momento y dude en abrir la puerta pero tome valor y lo hice. La vi ahí parada, usando un abrigo blanco y sus ojos estaban rojos, como si hubiese estado llorando.

-Buenas noches- Me hice a un lado para que pasara y así lo hizo. Miro mi oficina, quitándose los guantes. Cerré la puerta y cuando me gire para verla ella estaba sentada en mi escritorio, con su abrigo doblado en uno de los sillones. Me le quede viendo, no había respondido a mi saludo y ahora me miraba de una forma poco agradable.

-Y se supone que tú serás mi esposo- Soltó de la nada jugando con el juego de imanes que me había regalado mi padre.

-¿Perdón?- No entendía porque había dicho eso. Sería su esposo ¿era malo eso? Me guarde las manos en los bolsillos de mi pantalón y recargue mi espalda en la puerta. Ella rió un poco, se levantó y se dirigió a mí.

-Ni con esa pose de chico malo podría estar conforme- Me dio la espalda y cruzo sus brazos- escúchame bien JongHyun, no te conozco, ni tú me conoces. Pero aun así algún día seremos marido y mujer- Comenzó a caminar de un lado a otro, como si estuviera pensando lo que me decía, yo simplemente no entendía a que venía el discurso- Así que, comenzaremos a vivir juntos.

Ni yo mismo podría describir la cara que puse cuando escuche eso. Solté una risa con todo el aire que había guardado tratando de analizar lo que había dicho. La mire y me fui a sentar a mi escritorio, pero ella se paró frente a mí y si su mirada no era agradable al principio esta era peor.

-Si logras soportar vivir conmigo, nos casaremos y dejare que te hagas cargo de la compañía. De lo contrario puedes ir despidiéndote de tu trabajo- me sonrió con malicia- esa es la única condición para que yo acepte este matrimonio- E increíblemente la soporte durante mucho más de lo que ella creía que aguantaría…

Si tuviera que en listar las razones por las cuales acepte, nunca la empezaría. Simplemente no sé por qué decidí seguir ese juego. Ella me reto y yo ante ello no podía negarme. No me gustaba, no sentía nada por ella, no tenía ni la más mínima idea de por qué quería casarme con ella. Simplemente sabía que debía hacerlo.

Ese fin de semana nos mudamos a un departamento en una zona tranquila. Ella ya lo había planeado así que solo lleve conmigo unas maletas con ropa de la oficina. Cuando llegue al lugar ella estaba ahí sentada mirando la televisión. Me miro y ni siquiera me saludo. Deje mi maleta a un lado de la puerta y mire el departamento. Había dos habitaciones, una ya decorada con cosas de ella y la otra únicamente con una cama.

-Esta es tuya, no supe que poner así que la deje así- MingHwa apareció detrás de mí y después de decir eso entro a su habitación- esta es mía y obviamente tienes prohibido entrar. Los días pasaron y nuestra comunicación solo se basaba en saludos y despedidas cordiales, por mi parte, claro.

Hasta que un día la encontré llorando, me acerque lentamente y antes de preguntarle que le pasaba se abrazó a mí- No me dejes- mi respiración se detuvo unos momentos- Por favor, no lo hagas- No le conteste simplemente la abrace hasta que sus sollozos terminaron con ella dormida en mis brazos.



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